¿A
qué me recuerda mi Tierra?.
A
manteca colorá,
a candelas de San Juan
a
la señora María, a doña Josefa
a
paseos por la Avenida
a
colegios de peseta
a
casabubu, a gamba fresca,
a
sardinas “aliñás “ de la Bodega Madrid
a
la procesión de La Soledad;
a
carrillos, a leche de Las Cuatro Vacas
a
mortadela del Pato ,a siriguiso
a
tiras de cachondeo
al
juego de la lata ,a feria, a playa,
a
pasear por el morro
a
pinos de Rostrogordo
a
venta ambulante
a
huevos del campo
a
melones, a tomates
a
puestos callejeros de sandías
a
jugar en la calle
a
las figuritas, a las cinco chinas,
a
secar los huesos de albaricoque
a
las chapas, a las canicas
a
las cuatro esquinas
al
escondite, al pilla- pilla
a
pico, zorro, tiene
a
la cuerda ,a la pelota.
Mi
Melilla me recuerda:
,aquella
muñeca de carne
que
me trajeron los Reyes,
al
del burro vendiendo patatas
a
los ensayos de la banda de Regulares
a
la guitarra de mi padre
a
los cantos de mi madre
me
recuerda…
al
que pregonaba ropa vieja
a
la fiesta del borrego,
a
las galletas hebreas,
a
los bocadillos de queso manchego
en
La Vela.
A
recorrer estaciones en Semana Santa
y
estrenar vestido nuevo
a
huesos de santo, a borrachuelos;
al
que vendía “morcillones”,
a
soldados paseando por las calles
cuadrándose
al toque de trompeta
a
eso me recuerda mi Tierra.
Al
olor de los potajes de la señora Isabel,
a
los cortes de agua en verano
a
mis vecinos, a mis hermanos;
cómo
no, al chocolate Maruja
al
queso de bola
a
los Andújar, a los Benaventes,
a
Joaquina la gorda,
a
té con hierbabuena
a
bolillas pestosas
a
los polos de dos reales
que
hacía la señora Antonia,
y
también, al Malasangre
al
Andresito, a Pepe Palillo
a
recibimientos y despedidas en el Puerto
a
los vivos y a los muertos
a
desfiles militares
al
carro del “aguaor”
al
que cambiaba ropa vieja por cacharros
al
olor del zapatero remendón.
A
guardias de asalto en el Cuartelillo
a
serenos, a risas, a juegos
a
instituto, a colegios.
A
gigantes y cabezudos
aquellos
chiquillos que venían del campo
pidiendo
pan duro
y
te daban hierbabuena,
a
los que vendían recién cogidos,
higos
y chumbos
y
los traían hasta la puerta
Me
recuerda, a mi vecina Esterina
que
me llamaba los viernes al ponerse el Sol
para
que apagara el fuego.
Me
recuerda
a
la buena convivencia que había
con
los hindúes, magrebíes
gitanos
y hebreos.
Al
comercio de los Indios
Pagoda
y Palacio Oriental.
A
la leche en polvo
que
nos obligaban a tomar
y
que sabía tan mal.
Me
recuerda
A
La flor de la India
a
Tagores, a Méndez, a Cabanillas
a
mi maestra Doña Anita
a
milhojas de crema
a
bares, a confiterías.
A
misas del Gallo
a
música en el Templete
a
guateques, a Mantelete.
A
eso y mucho más
me recuerda mi Tierra
¿Cómo
la voy a olvidar?
Esa
es la Melilla
que
llevo en mis entrañas , no la de las vallas
que
no son más que circunstancias
de
un mundo
que
clasifica a los seres humanos
como
si fueran manzanas;
los
ricos a un lado
al
otro, los que no tienen nada.
Pero,
esta antigua Rusadir
no
tiene culpa de nada
en
ella está, la historia de nuestras vidas
buena
o mala, pero nuestra
y
por eso, ha de ser respetada
Esta
es la Melilla que viví,
la
que amo, la que siento,
la
que llevo dentro,
la
que me inspira
la
que llevaré en mi alma mientras viva
la
que forma parte de España
porque
Melilla es,
mucho
más que unas vallas.
María
A. Catalá
15-12-2014