¡Qué corta es la vida!
¡Qué efímera es, nuestra existencia!
¡Cuántas cosas que no hacemos,
cuántas cosas que se quedan!
¡Qué tiempo desperdiciado
por vagancia o insensatez!
¡Cuántos ratos tontos
sin tener nada que hacer!
Cuando se presenta la vejez,
nos damos cuenta…
que el tiempo pasa deprisa
y queremos rescatar
todo aquello
que dejamos, sin acabar.
La asignatura pendiente,
el te quiero que no dije,
el viaje aquél a Oriente
que quise y que nunca hice.
Pasan las horas.
Pasan los días.
Pasan los meses.
Pasan los años
y de nada sirve ya lamentarnos
porque el pasado, pasó,
porque no vuelve el pasado.
María A. Catalá
20-01-2012
20-01-2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario