El
abrazo de mi madre
Me
viene a la memoria
un
recuerdo de mi madre
un
hecho, intrascendente
como
diría mucha gente.
Fue,
el último año
que
mi madre vino a visitarme
(agosto
del 97)
tres
meses antes de que
le
sorprendiera la muerte.
Salía
de mi dormitorio
(recién
levantada)
con
los pelos alborotados
y
una bata que ella me había regalado;
era,
azul turquesa
con
cara de japonesas.
Mi
madre me miró,
me
abrazó y me dijo:
¡hija
mía que guapas estás!.
Como
es natural, me quedé perpleja
menuda
facha debía tener
con
los ojos pegados
y
la melena revuelta,
pero
a ella, le parecí bella.
Ahora
me doy cuenta que eso,
sólo
lo dice una madre
una
madre, como ella .
Aún
conservo aquella bata
cosida
unas cuantas veces
que
me sigo poniendo, cada verano
porque
dentro de mi siento todavía
aquél
abrazo.
Conforme
pasan los años
me
voy dando cuenta que,
de
los errores se aprende,
ellos
curten , nuestra experiencia.
Cuando
somos jóvenes
nos
creemos sabios
todo
lo antiguo no vale
no
valoramos, los consejos dados.
¡Vamos,
de sobrados!
pero
hay amigo cómo te acuerdas de ellos
cuando
hacen lo mismo contigo,
aquello
que nos aconsejaron
hoy,
soy yo quien lo digo.
Mamá,
tú eras la sabia y yo la “lista”
Te
ruego perdones, mis osadías.
Gracias
por los consejos
que
tanto me han servido en la vida;
no
sé si el día de mañana
cuando
ya no esté…
mis
hijos pensarán
como
lo hago yo ahora,
será
la señal,
que
no lo hice tan mal,
porque
tuve buena maestra
tu
ejemplo y la experiencia
me
han servido para ver,
lo
importante ,que en mi vida eras.
17
años sin tenerla y no dejo,
de pensar en ella
María
A. Catalá
25-07-2014
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