Siempre pensando
en esos kilos de más.
Pendientes, del vello que tanto afea
Atentos, a la arruga que resurge
Esclavos, de la belleza.
Nos olvidamos a veces
de las cosas importantes
y preferimos adorar
este cuerpo escaparate.
Lo intoxicamos,
con sustancias peligrosas.
La salud, no tiene arrugas,
o flacidez indecorosa.
Sus señales traicioneras
aparecen, cuando menos te lo esperas;
comprobando… que no hace falta sufrir
por tener peso ideal,
no hace falta padecer
por ese vello que afea
ni pensar en las sienes blancas
ni que la arruga se vea,
ni que se caigan las
mamas,
por estar blanca o morena.
Ahora, te lo encuentras todo
sin esfuerzos, sin cadenas.
No hay vello, no hay kilos, no hay
canas
y los rayos de la radio
te queman.
¡Qué panacea!
Entonces nos damos cuenta
que lo importante en la vida
no se encuentra,
en nuestro caparazón.
Que los males de interior
a veces, se nos revelan
y ante esto
ni tintes, ni rayos ni cremas
ni Corporación Dermoestética
voluntad y buen hacer
de galenos y de la ciencia
Procuraré por salud
desprenderme
de esos kilos que me sobran
¿Por salud?
¡qué hipócrita!
por belleza
por simple coquetería,
por caber dentro de la misma talla.
Espero no arrepentirme
y que tengan que decirme,
¿te acuerdas de esas palabras
que aplicabas a los otros?
Ahora te ha tocado a ti
por hacer lo mismo
que un día hicimos nosotros
Cuidar el escaparate y olvidar el
verdadero tesoro.
María A. Catalá
24-10-2007
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