¡Qué
bonita está mi niña!
parece
un rosal en flor.
De
todas las margaritas
tú
serías pequeñita
la
más bella, la mejor.
Las
clavellinas a tu lado,
ni
siquiera son bonitas
con
esos ojazos negros
y
esa boca tan graciosa,
no
existen frutos ni flores
ni
siquiera mariposas,
que
se igualen con mi Ana,
con
mi sobrina preciosa.
Tengo
ganas de estrujarte
de
apretarte con mí pecho;
cuando
te vea sobrina
te
voy a comer a besos.
¡Como
gozarían de ti
tus
ausentes bisabuelos,
conforme
vayas creciendo
te
hablaremos bien de ellos
porque
los cuatro a la vez,
te
vigilan desde el cielo.
María
A. Catalá
Abril
2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario