Viendo que ya me dejaba
y no pudiendo hacer nada
para salvar a mi madre,
le recé un Ave María
que sirvió de despedida
antes de que se marchase.
Diciendo el amén final,
mi madre cerró los ojos;
más que fe o devoción
contenía esa oración,
comprensión hacia mi madre
porque ella si creía
en su Virgen y en su Dios.
Es el rezo más sentida
que mis labios declinaran
ese fue el último adiós
por dedicarselo a ella
el día que se marchara.
Hoy, es el dia de Todos los Santos
y no puedo visitarla
porque no estoy en mi tierra.
Rezaré un padre nuestro
para que, junto al Maestro
gocen , de la vida eterna.
María A. Catalá
01-11-2005
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