De la rama de un almendro
cogió mi mano una flor
para dársela a ese dueño
que ocupa mi corazón.
Y ese dueño que aceptó
la flor que le dio mi mano
no la supo conservar
provocándole desgarros.
Luego quiso echarle agua
y la puso al aire fresco
pero estaba malherida
y no ,respondió a sus ruegos
Igual probando con otra
aprecia su gran encanto
tendrá que esperarse un poco
para que sea de mi mano
si es que decido,
olvidarme de ese daño.
María A. Catalá
10-04-2008
María A. Catalá
10-04-2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario