Mentiras
feas y bonitas.
Mentiras
buenas y malas.
Mentiras
que nos halagan
o nos
amargan la vida.
Algunas
veces nos dicen,
mentiras
que son piadosas,
o
simplemente al revés
retorcidas
y maliciosas.
Mentirosos
convulsivos
que
mienten por el placer
de
molestar sin sentido
o, por
mofarse de usted.
Mentirosos
que se creen
hasta sus
propias mentiras
cayendo
en la burda trampa,
sin
encontrar la salida.
Al
mirarlos a los ojos,
ya se les
ve la intención
de quien
es, el mentiroso;
aunque
son tan elocuentes,
tan
cínicos y embusteros
que ni el
más inteligente
descubrirá
su secreto.
Mentiroso,
no me mientas
y dime ya
la verdad;
no me
digas más mentiras
porque yo
se que en la vida
el que
miente y el que engaña
(aunque
sea por piedad)
sin saber
por qué ni cómo
se
descubre la verdad
María A.
Catalá
03-2005
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