Un
Catalá melillense
uno,
de los tantos que nacimos,
que
te llevó con orgullo
y
que se quedó contigo.
Siempre
defendió su tierra
aunque
fuera pequeñita.
Siempre
llevaba en su mente
a
su ciudad: a Melilla
La
alegró con su guitarra,
con
su cante y su alegría,
participó
casi en todo
lo
que en la ciudad se hacía.
Allí
se encontraba Antonio
siempre,
con su música dispuesta
su
garganta disponible
y,
con su guitarra a cuestas
Cuando
salía de Melilla
la
seguía representando,
en
los congresos flamencos,
en
las fiestas regionales,
en
Almería o Navarra
allí
tenía Melilla, una guitarra.
Casi
al final de su vida
su
tierra le compensó
el
amor y dedicación
a
este trocito de España
que
así lo reconoció,
concediéndole
a mi padre
esa
medalla de oro
de,
la pequeña autonomía
y
allí se quedó en su tierra
donde
en paz también descansa
Y
quedan más Catalá
que
por siempre llevarán
a
Melilla, en su alma.
María A. Catalá
2005-02-15
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