martes, 19 de marzo de 2013

UN TODO TERRENO


Era, un todo terreno
del laúd y de la guitarra.
No existían palos flamencos,
que mi padre no tocara.

Autodidacta,
aprendiendo por si solo.
Sino estaba trabajando,
estudiaba como un loco.

Sonatas, estudios, romances,
las canciones de la tuna
Todo, tocaba mi padre
sin olvidarse ninguna.

Entró, en el Orfeón
Padre Victoria
en la ciudad de Melilla.
Cantaba como tenor
y lo hacía de maravilla;
Allí, aprendió solfeo,
perfeccionó la guitarra
con su maestro Don Julio
de quien siempre nos hablaba.

Albeniz,  Carcasi
Tárrega  Rabel o Chopin
de todos interpretó mi padre
Sus obras, la mar de bien.

Nada se le resistía,
tocaba todo sin miedo,
y así tanto defendía
lo clásico y lo flamenco.
Y las canciones modernas,
o el Sitio de Zaragoza
no ponía ninguna pega
él tocaba, cualquier cosa.

Con muchas horas de estudio
de trabajo y de tesón
terminó siendo el maestro
que la gente, conoció.

Es que tenía unas manos
 sensibles y prodigiosas
La música fue su vida
junto a sus notas reposa.

Algunos dejaste aquí
que heredarían tu arte,
pero para mí no hay otro,
como mi querido padre.

       María A. Catalá
             Noviembre 2004


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