Qué sensación tan
extraña
me causa esta
ingravidez!
un cosquilleo que
me engaña
y me provoca hasta
sed.
Son segundos de
subida
hasta llegar a su
altura
pero me perecen
horas
los momentos de
demora
porque la presión,
me turba.
Cuando se inclina
el avión
para hacer la
maniobra,
mi sensación de
zozobra
se multiplica por
dos;
y ansío
fervientemente
que el aparato
enderece
su morro hacia el
horizonte
entonces y sólo
entonces
mi cuerpo vuelve a
su sitio
sin importarme el
camino
que me quede por
llegar;
hasta que vuelva
otra vez
el temido
aterrizaje:
¡A pasar por ese
trance
porque pronto
acabará!
(eso me digo a mi
misma
cuando desciende
la nave)
porque si no,
quién me explica
que no se caiga de
arriba
un aparato tan
grande
María A. Catalá
12-09-2006
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